La lluvia cae, el Sol lanza sus rayos dorados, la tierra agarra... las plantas que día a día crecen, florecen y marchitan. Todo ocurre en el jardín donde nada es eterno, un día sonríen los girasoles, otro llora el sauce, mientras yo espero llegar a ser un árbol.




sábado, 18 de diciembre de 2010

La Navidad de luces.

Turrones, juguetes, números de lotería, y una gran variedad de publicidad inundan ya las cadenas de televisión junto a utópicas películas americanas donde no existe la palabra tristeza, todo esto nos avisa de que la Navidad ya se acerca. Sin embargo, esta fiesta no tiene el mismo valor para todos aquellos que la disfrutan; siendo una de las festividades más importantes de la tradición cristiana, es lógico pensar que muchos la interpretan y la viven por su significado original del nacimiento de Cristo; otros, yo diría la gran mayoría, ven sin darse cuenta esta fiesta como el carnaval del capitalismo, una época donde todo el mundo gasta su dinero en regalos que tienen el sabor frío de una tradición y no el calor de un gesto de amor. Pero sin detenernos mucho en analizar estas dos formas de ver la navidad, nos vamos a introducir en el sentimiento más mágico de esta festividad.


Desde todos mis sentidos la navidad tiene otra visión diferente, se puede sentir en ella la fantástica e inocente magia que desde niños nos inculcan con personajes como los Reyes Magos o Papá Noel; el cine, por otro lado, nos muestra una ventana a diferentes mundos diseñados en las mentes de todo tipo de cineastas, algunos de estos mundos son sangrientos, y otros tan magníficos que desearíamos vivir en ellos. A este último tipo pertenecen la gran mayoría de las películas de Navidad, en ellas se nos presentan pueblos y ciudades cubiertas por mantos blancos de nieve, cientos de luces que dan vida al cielo y a hogares, la gente es feliz y se sonríen, ocurren hechos mágicos e inexplicables, los regalos nunca dejan de aparecer, y como guinda a este pastel de felicidad coloreada, el beso de dos enamorados bajo la armonía del muérdago. Es inevitable que los ojos se nos inunden de color, vida, ilusión, amor, alegría, e incluso ¡¡¡esperanza!!! ; de hecho en ocasiones una lágrima recorre nuestra mejilla hasta llegar a nuestra sonrisa por ver en esas dulces escenas lo que todos buscamos, la felicidad.



Al apagar el televisor tras el desfile de los créditos, nos damos cuenta de que nuestra realidad no es igual de fantástica que en las películas, pero esto no evita que nos esforcemos en buscar esa magia en nuestras vidas. Por las calles la gente no es igual de egoísta y maleducada que el resto del año, al contrario, te sonríen y desean feliz navidad sin saber siquiera tu nombre. En las tiendas los vendedores se conviertes en amigos que te ayudan a encontrar el regalo perfecto, pero claro… todo es por vender, sin embargo, sumergidos en la búsqueda de la magia navideña pasamos ese dato por alto. Los regalos escasos de sentimientos verdaderos, pasan en este plano a estar llenos de palabras que el resto del año no nos atrevemos a decir, como perdón, sigue así, gracias o te amo; pero sin duda alguna el momento estelar de la búsqueda, ocurre al pasear sumergido bajo las infinitas luces de la noche; hace frío y mientras andas en compañía de personas a las que quieres y sonidos armónicos, alzas la vista y te paras, de repente, sin darte cuenta te recreas dentro de una de esas películas de Navidad. Es en este momento cuando sientes la magia, da igual con quien estés porque cuando observas esas luces se te dibuja una sonrisa en la cara acompañada de todos los sentimientos que tienes al ver una de esas películas, y de nuevo aparece esa lágrima de ternura. Acto seguido, demuestras lo que sientes a quien tienes al lado, abrazas a un amigo, a un familiar, o besas a alguien especial bajo ese mural de colores, porque haces de este momento breve de magia una verdadera película basada en hechos reales. Tras ese momento piensas que la vida no es tan horrible, que puede ser como siempre has soñado, y andas feliz riendo, hablando o intercambiando miradas bajo cientos de luces de felicidad, y acompañado de las personas que más quieres.



Puede que no sea la forma correcta de ver esta festividad, pero yo la veo como una época donde todos (aunque no sea real) somos más humanos y creemos en la magia, un momento que se repite cada año donde la amistad y el amor pasan a un primer plano, y olvidamos todo lo malo. Es sin duda alguna, una fiesta donde el mayor regalo es sin duda el calor de una sonrisa.



"El secreto para ser feliz es preguntarse porqué no lo somos. "

Dedicado a una sonrisa y a su dueña. Gracias =).


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