
“Estábamos en clase sólo Marta, Sergio, Mari Carmen, Sofía, el profesor, tú y yo; teníamos que hacer una práctica de física pero tocó el timbre y estábamos a última hora. De repente, estamos en tu coche, es de día, tú conducías por la autopista, Sofía iba a tu lado, y yo detrás. Sofía empezó a gritar enfadada contigo, abrió la puerta del coche y se tiró a la carretera; entonces, yo me puse en el asiento del copiloto, aparcaste, y sin saber porque, el coche se empezó a comprimir, apenas teníamos sitio para ambos; empezaste a llorar, y yo te abracé, hablé contigo, y entonces, nos mezclamos en un beso súper intenso. Sofía nos abrió la puerta, salimos del coche, y aparecimos en la clase cogidos de manos mientras todo el mundo aplaudía. Este fue el sueño.”
Una larga risa recorría de lado a lado el monitor del ordenador, ¿por qué tanta risa?, en ese instante se me pasaron cientos de posibles respuestas, pero no me imaginaba que la correcta fuera tan inusual. Le pregunté, y contestó que ella había soñado algo parecido aquella misma noche; tras pedirle que me contara su sueño, escribió:
“Fue parecido, en un restaurante nos encontrábamos todos los de clase, entonces me levanté para ir al baño, y nos encontramos por el camino, nos besamos, y ya está.”
No podía creer que sus palabras fueran ciertas, ¿seguiría soñando?, no imposible. Tomando todos aquellos sucesos de naturaleza tan anómala, puse a la casualidad como respuesta.
El día continuo con aparente normalidad, pero en la hora del ocaso, aquel sueño tomó otra posible explicación. Sin ningún motivo aparente, un amigo ajeno e ignorante de todo aquello me envió la siguiente canción.
No podía aguantar tanta curiosidad por lo extraño de los acontecimientos de aquel día; podía ser un sueño aún, o tal vez mi vida estaba siendo grabada como en la película “El show de Truman”, podía ser aquello a lo que algunos llamaban destino, o simplemente una casualidad. Los días y las semanas transcurrieron, y comenzamos a hablar con más hábito, de temas banales y algunos más profundos; era increíble cómo poseíamos tantas cosas en común, poco a poco, nuestra relación se iba intensificando.
Con el frío de diciembre, mi corazón comenzó a latir con más fuerza, podía ser para calentarme del frío, pero sin duda, ella era la culpable. Tardes intercambiando palabras frente un monitor, deseando que llegara el día de ver esa película en el cine, desembocaron en la extraña manifestación de mi amor un 1 de enero noche, después de una tarde de profundo dolor. Pensé que la había espantado, que ni siquiera querría ser lo que ya era, mi amiga; pero los días siguientes, todo seguía igual de especial.
Aquella noche mágica de cine y paseos conversados, había sido perfecta, al regreso, en los últimos metros que nos acercaban a nuestra separación, pasó otro hecho inaudito. En el coche conducía ella, yo era el copiloto, sonaba esta canción
el coche se detuvo, ninguno dijo nada, pero yo sabía que aquello lo había vivido, era aquel mágico sueño. La quise besar, pero sabía que era mejor esperar, su mejilla se prestó a la mía. Aquella noche, inundado de amor, no conseguí dormir sin soñar con ella.
Aquel sueño, se había hecho realidad, había superado la barrera de lo secretamente deseado, y se había materializado; un 3 de febrero, después de días de juegos entre abrazos e infantiles roces de labios, nos fundimos a las 20:10 horas de aquella mágica tarde (como todas las que pasamos juntos). El tiempo se paró en el instante en el que dejé de ver su mirada, y se reactivó con mayor velocidad cuando nuestros labios unieron nuestros sentimientos iguales.
Ella fue hacia un lado y yo a otro, deseaba verla al día siguiente, me coloqué los cascos, pulsé “play”; y entonces, maravillado por todo lo que había pasado desde aquella noche, donde el mejor sueño premonitorio me había inquietado, sonó de nuevo la canción que en el coche me había pedido ese beso con el que mi sueño acabó.

Esa chica como sabes, eres tú, y tú eres ojos de auroras, piel de seda, sonrisa de felicidad que no depende. Ese sueño compartido nos unió, y la vida nos regala a diario nuestro amor, un amor distinto, un amor mágico porque no dejan de sonar canciones en los momentos más adecuados, no dejan de llegar sueños por las noches ni por las mañanas, porque poco a poco nuestras vidas se convierten en comedias románticas, que no tienen un guión previo.
Te quiero. =)
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