La lluvia cae, el Sol lanza sus rayos dorados, la tierra agarra... las plantas que día a día crecen, florecen y marchitan. Todo ocurre en el jardín donde nada es eterno, un día sonríen los girasoles, otro llora el sauce, mientras yo espero llegar a ser un árbol.




lunes, 14 de febrero de 2011

Sueño extraño. (L) =)

Abrí lentamente los ojos cautivado por la intensidad de aquel beso. Estaba en la cama, solo, eran las 7:34 de la mañana, no había sido real, pero… ¿sólo fue un sueño como cualquier otro?

Me levante con el ánimo de cada mañana, el desayuno y las primeras horas del día no radiaban anormalidad; deseoso de escribir algo nuevo, encendí el ordenador, en el reproductor sonaba con triste alegría las melodías de Amaral, no conseguía escribir dos versos, ni superaba un primer párrafo, aquel sueño que llegó en la noche como gotas de realidad me inquietaba. Decidí conectarme a las redes sociales, en el chat ningún contacto de charla habitual figuraba en la pantalla, sin embargo, el suyo en ese momento destacaba. No había intercambiado muchas palabras con ella; cada mañana, extrañado por su semejanza a mujeres griegas, la observaba sin que se diera cuenta, pero también sin ninguna razón especial o eso pensaba. Pinché sobre su nombre, y escribí inquieto un amistoso “hola =)”, respondió, y continuando con las reglas de una conversación normal, llegamos a un punto donde lo habitual hubiera sido decir adiós, sin embargo, no sé muy bien porqué, le conté que había soñado con ella. Tras sus incesantes ruegos que pedían su relato, comencé a contarle aquel sueño que había hecho de aquel día algo inolvidable.
“Estábamos en clase sólo Marta, Sergio, Mari Carmen, Sofía, el profesor, tú y yo; teníamos que hacer una práctica de física pero tocó el timbre y estábamos a última hora. De repente, estamos en tu coche, es de día, tú conducías por la autopista, Sofía iba a tu lado, y yo detrás. Sofía empezó a gritar enfadada contigo, abrió la puerta del coche y se tiró a la carretera; entonces, yo me puse en el asiento del copiloto, aparcaste, y sin saber porque, el coche se empezó a comprimir, apenas teníamos sitio para ambos; empezaste a llorar, y yo te abracé, hablé contigo, y entonces, nos mezclamos en un beso súper intenso. Sofía nos abrió la puerta, salimos del coche, y aparecimos en la clase cogidos de manos mientras todo el mundo aplaudía. Este fue el sueño.”
Una larga risa recorría de lado a lado el monitor del ordenador, ¿por qué tanta risa?, en ese instante se me pasaron cientos de posibles respuestas, pero no me imaginaba que la correcta fuera tan inusual. Le pregunté, y contestó que ella había soñado algo parecido aquella misma noche; tras pedirle que me contara su sueño, escribió:
“Fue parecido, en un restaurante nos encontrábamos todos los de clase, entonces me levanté para ir al baño, y nos encontramos por el camino, nos besamos, y ya está.”
No podía creer que sus palabras fueran ciertas, ¿seguiría soñando?, no imposible. Tomando todos aquellos sucesos de naturaleza tan anómala, puse a la casualidad como respuesta.
El día continuo con aparente normalidad, pero en la hora del ocaso, aquel sueño tomó otra posible explicación. Sin ningún motivo aparente, un amigo ajeno e ignorante de todo aquello me envió la siguiente canción.

No podía aguantar tanta curiosidad por lo extraño de los acontecimientos de aquel día; podía ser un sueño aún, o tal vez mi vida estaba siendo grabada como en la película “El show de Truman”, podía ser aquello a lo que algunos llamaban destino, o simplemente una casualidad. Los días y las semanas transcurrieron, y comenzamos a hablar con más hábito, de temas banales y algunos más profundos; era increíble cómo poseíamos tantas cosas en común, poco a poco, nuestra relación se iba intensificando.
Con el frío de diciembre, mi corazón comenzó a latir con más fuerza, podía ser para calentarme del frío, pero sin duda, ella era la culpable. Tardes intercambiando palabras frente un monitor, deseando que llegara el día de ver esa película en el cine, desembocaron en la extraña manifestación de mi amor un 1 de enero noche, después de una tarde de profundo dolor. Pensé que la había espantado, que ni siquiera querría ser lo que ya era, mi amiga; pero los días siguientes, todo seguía igual de especial.
Aquella noche mágica de cine y paseos conversados, había sido perfecta, al regreso, en los últimos metros que nos acercaban a nuestra separación, pasó otro hecho inaudito. En el coche conducía ella, yo era el copiloto, sonaba esta canción

el coche se detuvo, ninguno dijo nada, pero yo sabía que aquello lo había vivido, era aquel mágico sueño. La quise besar, pero sabía que era mejor esperar, su mejilla se prestó a la mía. Aquella noche, inundado de amor, no conseguí dormir sin soñar con ella.
Aquel sueño, se había hecho realidad, había superado la barrera de lo secretamente deseado, y se había materializado; un 3 de febrero, después de días de juegos entre abrazos e infantiles roces de labios, nos fundimos a las 20:10 horas de aquella mágica tarde (como todas las que pasamos juntos). El tiempo se paró en el instante en el que dejé de ver su mirada, y se reactivó con mayor velocidad cuando nuestros labios unieron nuestros sentimientos iguales.
Ella fue hacia un lado y yo a otro, deseaba verla al día siguiente, me coloqué los cascos, pulsé “play”; y entonces, maravillado por todo lo que había pasado desde aquella noche, donde el mejor sueño premonitorio me había inquietado, sonó de nuevo la canción que en el coche me había pedido ese beso con el que mi sueño acabó.



Esa chica como sabes, eres tú, y tú eres ojos de auroras, piel de seda, sonrisa de felicidad que no depende. Ese sueño compartido nos unió, y la vida nos regala a diario nuestro amor, un amor distinto, un amor mágico porque no dejan de sonar canciones en los momentos más adecuados, no dejan de llegar sueños por las noches ni por las mañanas, porque poco a poco nuestras vidas se convierten en comedias románticas, que no tienen un guión previo.
Te quiero. =)

domingo, 13 de febrero de 2011

Autobiografía de Gabriel Celaya.

Autobiografía.

No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.

Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Donde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.

¿Le parece a Ud. correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.

No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
!Ay, sí, no respires! Dar el no a todos los “no”
y descansar: Morir.

GABRIEL CELAYA





Tu Paisaje =) (L)

Te encuentras en medio de un prado descalza, los deditos de tus pies crean pulseras con la fina y verde hierba que brota de la tierra; por tus piernas ascienden flores de todos los colores cubriendo todo tu cuerpo con el vestido más hermoso dado por la naturaleza; tu pelo bailando con la fresca brisa que besa tu cara, es peinado por pequeños colibríes cantautores de las más dulces canciones de amor. Tu linda carita saluda a la mía con las auroras de tu mirada, tu naricita recoge los olores de la felicidad mientras tus labios juguetean con mis sueños, donde dan sonrisas y besos.
Un mural de cerezos te protege, eres la princesa del prado, sobre uno de ellos una joven y sabia lechuza te mira con alegría pues también eres su princesa. Los tiernos pétalos de los cerezos caen sobre un río de agua verde esmeralda, cargando con ellos esperanza e ilusión. Bajo las melodías de los colibríes y las cálidas caricias de los rayos del Sol, tu reinado deja en libertad a mis sentimientos, me acerco lentamente hacia ti despojándome de mis ropas, de mis lágrimas, de mis armas. Mientras, los deditos de mis pies crean collares con la misma hierba que tocan a los tuyos; por mis piernas las flores multicolores me forran con el traje más hermoso de toda la naturaleza; mi pelo le pide salir a bailar al tuyo al ritmo de la música romántica de los colibríes. Mi carita le devuelve el saludo a la tuya con mis ojos impresionados por la belleza de tus auroras, mi nariz vuelve a oler la felicidad mientras mis labios se humedecen en mi boca.
Me sonríes, te sonrío, y rodeados por una lluvia de pétalos de cerezo que bailan con la fresca brisa, te abrazo, pongo tus manos en mis hombros, y las mías en tu cintura; y sin atender a la mirada de la lechuza que aguarda nuestro amor, beso tus labios con la magia de tu prado, tu paisaje.


Tu paisaje aparece cuando tu mirada se funde en la mía.